Madre en busca de su luna

(Maggie  Carson)

Un maravilloso día, una madre trajo al mundo a su hija. Cuando la vio por primera vez, la encontró tan hermosa como la luna. Su hija la miraba con ojitos de cielo, como diciéndole, mírame … soy tu hija. La madre la abrazaba y la besaba en la frente con mucha ternura. Le dijo que la cuidaría hasta el fin de sus días. Ese momento lo recordaría la madre por largo tiempo.

El padre de la niña, estaba en un desierto perdido y no encontraba salida alguna. Pero la madre se hizo cargo de ella y eran muy felices. Le puso de nombre Luna, ya que era igual de hermosa que la misma luna.

La madre trabajaba mucho para que Luna tuviera todo y creciera como ninguna. Un día decidieron irse a conquistar otros mundos, aunque la madre estaba algo insegura de darlo, pues presentía algo dentro de su alma.

Al fin llegó el gran día del viaje, ambas sabiendo que dejando su país atrás, dejarían perdidas cosas, y otras tan sólo quedarían en el recuerdo.
Emigraron a un país muy lindo, cubierto de blanco, que le daba algo muy especial. Era un país muy frío, donde se helaba tanto el cuerpo como el alma. Madre e hija gozaban y reían juntas de ver tantas novedades en ese nuevo país, tanto que el frío dejó de importarles, solo importaba estar juntas.

Un día Luna desapareció de su vida. Ya no estaba junto a su madre, quien la buscó por cielos y tierra. Pero no podía encontrarla. Cada noche salía a observar la luna y lloraba bajo su amparo, con un llanto incontrolable que se escuchaba por todo el universo. Le decía a la Luna, que ella había traído al mundo una niña tan hermosa como ella, pero que se le había perdido. Y seguía llorando con mucho dolor y melancolía.

Ya esta madre no era feliz. Se convirtió en una mujer flaca y fea, con aspecto de mujer alocada. Todos hablan de ella, sin conocer que dentro en su alma, carga el dolor y el sufrimiento de haber perdido a su hija amada. Hija que trajo al mundo con alegría, creyendo que nadie jamás la arrebataría de sus brazos.


Aún esa madre ambula por las calles, buscando su Luna perdida entre las tinieblas. Deseando que el Sol o el mismo cielo se la devuelvan, para solo así terminar sus días.

Cuanta felicidad le dio su Luna, pues era linda como ninguna…

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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